Yo no sé leer pero me escriben

Es difícil mantenerse bajo perfil cuando las cosas se ven tan claras y solo encuentras opiniones y comentarios de quienes no lo ven tan claro. Es frustrante,  te repites una y otra vez: ¿cómo es que no lo ven? ¿Por qué no lo ven? Y entonces entiendo una vez más el poder de las emociones. Hay gente que dice "te amo Venezuela" (siempre que no toquen su zona de confort), mientras otros no dicen nada pero dan la vida; entre un extremo y el otro,  hay de todo.  Yo insisto en que debemos ser auténticos con lo bueno, lo malo y lo feo porque el amor no es relativo, imagínense si Dios amara relativamente. Hay  muchas cosas que he querido escribir pero cada vez que publico es un tema con la censura del usurpador y los sensores cubanitos que le hacen el favor. Hay cuentas evidentemente falsas que me siguen en Instagram monitoreando lo que escribo, cada tanto restringen el acceso a mi Blog, y debo decir que quienes me leen son solo familiares, amigos, unos pocos curiosos, ...

Este post tenía como propósito abordar solo el tema del discurso del Presidente Trump en el Estado de la Unión en relación con Venezuela, pero... desde ese discurso hasta ahora han sucedido otras cosas importantes. Investigando me comí las galletas de chocolate que me regaló mi niña Pau, así que los invito a buscar su café, té,  refresco, mate, por ahí me dijeron que con tequila (híjole manito también), galletas, paledonias (ya en Kazajistán saben a lo que me refiero), o lo que más disfruten para continuar leyendo. Decidí que me tomaría una semana sabática porque tenía muchos trasnochos encima, mis ojos ya se veían grises porque el marrón se desgastó con la luz de las pantallas, vamos a quedar todos catires del desgaste con la luz de los celulares, y en un determinado punto me empezó a afectar la cantidad de información subjetiva que leía en las redes sociales. Es muy fácil sucumbir a las emociones, así que pretendía recargar mis neuronas, mis ojos y mi capacidad de análisi...